domingo, 24 de junio de 2007

La Libertad

Eugenio Martínez

La libertad

¿Qué hago aquí?, ¿por qué tanta injusticia?, no elegí esto, ¿todo el mundo está loco? Si se quiere empezar a responder algunas de estas incógnitas, se debe dar un viaje peligroso al pasado y a las oscuras profundidades de nuestro ser.

San Agustín encontró que la respuesta es la destrucción del verdadero sentido de libertad. Pues bien, la libertad es un don, una facultad, un poder gracias a los buenos azares, es algo que puede convertirse en una fuente tanto de desgracia como de felicidad, y ya podemos saber que senda ha tomado la especie humana.

Cuando cada hombre examina su interior puede comprobar que siempre se inclina hacia el lado más pesado de la balanza, y este sería la ambición, el desequilibrado individualismo y la facilidad. El mismo San Agustín que fue padre de la iglesia, que dedicó su vida al conocimiento de la verdad, que intento comprender a Dios y al hombre, pudo comprobar que estuvo atado ha estos estados humanos. Él decía que Dios es todo lo verdadero, el creador, el ser bueno de todo lo bueno, el ser de todo ser. Que Dios es todo y a la vez nada, pues ninguna categoría se le puede adjudicar. Agustín sin darse cuenta en aquel momento estaba dando la definición perfecta de lo que es el dinero.

Actualmente mueren de hambre más o menos doce millones de personas al año. Sería muy cruel pensar que nosotros queremos tal situación, pero qué se hace por ayudar. Grandes festines en la mesa diaria de muchísimas personas, termina siendo alimento para los basureros. Otro buen ejemplo es el de las magnas empresas de comida que prefieren desechar lo que no se ha consumido o ha enfriado, antes que donar a alguna corporación, ya que si realizan tal acción se miran encadenados a hacerlo siempre y esto traería más gastos, como el transporte. Entonces lo más fácil y además gratis, es botar todo a la basura.

Si alguien piensa que estos son ejemplos de casos extremos, no debe ir muy lejos para mirar que esto no es una exageración. El simple par de zapatos que se lleva puesto, la camisa, el collar, las medias, pueden haber surgido de las manos de personas tremendamente explotadas. Pero la dolorosa verdad es que si se quiere hacer algo contra la máquina se debería andar desnudo y sin probar bocado, por eso es que este sistema funciona tan bien. Algunos lo miran como algo maravilloso, ya que la violencia no la ejerce uno directamente. Yo pienso que la gran mayoría sería vegetariana si tendría que matar para poder comer carne.

Esto no se ha dado de un día para el otro. Ha sido alimentado, engendrado, intencionalmente en cada día de libertad que ha tenido el hombre. Todos nos encontramos encerrados en esta estructura mental irrompible. Y es que si el tronco nace torcido, morirá de la misma manera. Aunque no se lo quiera aceptar cada uno pone su correspondiente ladrillo ha este mundo feliz, pues desde que nacemos ya nos escriben las primeras y más importantes páginas de nuestra biografía. Tenemos noción de que todo está mal, pero somos incapaces de caminar hacia otro lugar. Vamos tejiendo cada vez mejor la telaraña, realizando nuevos inventos, nuevos pesticidas para deshacernos de lo que nos estorba. Unos se visten de blanco, otros de negro, pero tienen la misma finalidad, producir y producir y producir para llenar la vida con cosas corruptibles y efímeras. Que increíbles artistas que somos, nos ajustamos muy bien al papel que nos toca. Pensamos que la odisea va a tener un final feliz, que llegaremos a casa, que nos esperan con los brazos abiertos, con una cascada de un azul espacial, con el perfume delirante de las rosas, con un verde intenso de fondo, alumbrado con la luz del sol para darle el efecto del paraíso, con mariposas brillantes flotando por el aire, golpeando con sus alas suavemente el aliento de la tierra. Pensamos que la prisión va terminar y no nos acordamos que el ataúd es el final.

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