lunes, 25 de junio de 2007

Vista General de las Confesiones de San Agustín

Ensayo sobre “Las Confesiones” de Aurelio Agustín

Andrés Delgado

2007-06-24

Un joven descarriado y en busca de verdad es quien inicia la historia de uno de los mediadores más grandes que jamás hayan hablado sobre fe y razón, creo que este seria uno de los principios más grandes sobre la filosofía de San Agustín. Aurelio es un muchacho que en el Hortensio de Cicerón encontró la raíz de una búsqueda natural del ser humano, la búsqueda por la verdad, la necesidad de saciar la sed de conocimiento y de entendimiento del mundo que nos rodea, Agustín lo encuentra en Dios.

El camino de Agustín empieza con tropiezos y experiencias que le guían en su el trabajo de labrar su sendero, en las Confesiones encontramos a una personaje completamente honesto, que nos cuenta su historia desde su corazón, con la intención de que el lector se a mas de identificarse con él sienta la felicidad y satisfacción que brinda el caminar con Dios. La riqueza de los capítulos no solo nos cuenta lo antes mencionado sino que también nos presenta tesis ontológicas, filosóficas y teológicas.

En Catargo lee las escrituras pero no las entiende y las deja a un lado. Luego Agustín se une a los maniqueos en busca de la verdad, Agustín mira que este grupo no colma su sed de paz y los abandona, estos hombres que se regocijaban de hablar de Dios, dice Agustín, alimentaban su alma de placeres carnales y paganos, en este punto Agustín empieza una sutil narración de uno de los puntos de su famosa ontología, Agustín nos cuenta como Dios es la hermosura de las hermosuras y como los maniqueos alababan a la criatura y no al principio creador de todo, creador de la belleza de los accidentes del ser, creador de la calidad de ser de todas las cosas, de todo el universo. Los maniqueos, sostiene Agustín, consideraban que justo era el hombre que estaba con varias mujeres al mismo tiempo, que mataba hombres y causa dolor a otros, el mal no es culpa del hombre las acciones pecaminosas no son responsabilidad humana sino son atribuidas a la existencia real del mal, decían los maniqueos, esta tesis la refutará Agustín mas cuando explique su principio ontológico sobre el bien y el mal.

Agustín también formó parte de todos estos ritos maniqueos y nos cuenta que no encontró nada cercano a la verdad ni mucho menos paz.

Con el sueño de su madre (fiel devota cristiana) sobre los caminos erróneos de Agustín y habla con un obispo; han pasado ya nueve años desde que Agustín empezó su búsqueda, desde los diecinueve hasta los veintiocho, fue maestro de retórica, luego de esto estuvo un tiempo en el área astrológica, de esto Agustín habla con rechazo y desprecio. Fueron tiempos tormentosos para Agustín, su amigo ha fallecido y el nombre queda en el anonimato. El dolor fue demasiado fuerte, dice Agustín que el llanto inútil que derramaba no tenia sentido, en Dios debió haber encontrado paz; así decide huir de Tagaste a Catargo.

Dice Agustín que aquí regresa a los antiguos hábitos pecaminosos viviendo mentiras, a través de los capítulos nos demuestra la tranquilidad verdadera que produce caminar con Dios, el verdadero camino que significa esta realidad, hace hincapié en otro punto ontológico sobre la existencia de todo y que todo es Dios, Él es el principio creador de todo cuanto existe y es la única fuerza dominante en el universo. Al llegar se encuentra con Fausto, un maniqueo elocuente pero falso y mentiroso dice Agustín, las dudas que tenía Agustín no fueron contestadas y se aleja de los maniqueos, es preso de una enfermedad en Roma donde seguía enseñando retórica, viaja a Milán y tiene un encuentro con Ambrosio, aquí es donde comienza su camino hacia la fe y principalmente hacia Dios. Agustín efectivamente se hace catecúmeno.

Aquí entramos en otra de las tesis fundamentales de San Agustín, el dice que el mal es un producto de libre albedrío, es un producto del pecado. En el momento en que el hombre decide quebrar las leyes sagradas que le dio Dios, peca y así surge el mal, esto lo defiende diciendo que es imposible que dentro de un Dios bueno exista maldad, si Dios es todo cuanto existe y no es malo y bueno al mismo tiempo, entonces el mal no existe en si con sustancialidad como defendían los maniqueos, quienes por cierto decían que todas las cosas pecaminosas que hacían eran cosas por las que no tenían que sentir remordimiento ya que eran parte de su naturaleza malvada, que el mal en si dentro de ellos les motivaba a hacer estas cosas, los maniqueos perdían según ellos la responsabilidad por todo esto, ya que era parte de su naturaleza mala. En conclusión Agustín dice que el mal es solo la ausencia del bien mas no tiene ni sustancia ni existencia en si, Dios es incorruptible.

Se aleja de la astrología y se adentra en el mundo de la religión siguiendo los pasos de Alipio, con los consejos de Simpliciano, siguiendo el ejemplo de otros adeptos a Dios y con una fuerte lucha a la concupiscencia empieza todo su camino ayudado también por las escrituras. Su madre se alegra mucho. Agustín con su madre y los demás compañeros a la quinta de Verecundo. Renuncia a la cátedra de retórica y se ocupa en escribir libros. Después, a su tiempo vuelve e Milán, donde con Alipio y Adeodato recibe el bautismo. Desde allí dispone volverse a África en compañía de su madre y de los demás. Después refiere la vida de su santa madre y su muerte, acaecida en el puerto de Ostia. Finalmente cuenta piadosa y elegantemente su sentimiento y llanto, como amante y buen hijo de tal madre.

Más tarde muestra por qué grados fue subiendo al conocimiento de Dios; que se halla a Dios en la memoria, cuya capacidad y virtud describe hermosamente; que sólo en Dios está la verdadera bienaventuranza que todos apetecen, aunque no todos la buscan por los medios legítimos. Después describe el estado presente de su alma y los males de las tres concupiscencias. Agustín hace una explicación de todos los tipos de tentaciones en las que puede caer el hombre. Agustín rechaza la vanagloria y la fama.

Es el fin de las confesiones y Agustín dice que su corazón esta en la tinta y en las hojas de este libro con completa honestidad, nos cuenta sobre la sabiduría de las escrituras, para pasar a explicar nociones desconocidas hasta entonces como el tiempo, el cielo, la materia y como todo termina siempre en Dios.

Creo que la parte esencial sobre las confesiones de Agustín es el hecho de plantear la cuestión de que hay que “entender para creer y creer para entender”, es el correcto equilibrio, porque si Dios nos dio razón es para bien utilizarla pero no por eso dejar de prestar atención al creador de todo. Dios nos dará las respuestas que pidamos, la analogía es que da alimento pero no lo mastica.

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