lunes, 25 de junio de 2007

El Dios de San Agustín

PUCE

Seminario de Autor Medieval

M. Julia Murillo G.

EL DIOS DE SAN AGUSTÍN

Por sus razonamientos, San Agustín de Hipona, logra fundamentar la fe, la creencia en un Dios; así se convierte en uno de los personajes más importantes de la historia para la iglesia católica cristiana y un eje del pensamiento de esta doctrina.

San Agustín concibe por la razón a Dios, lo que para él es una prueba fehaciente de Su existencia, instaura los principios racionales que le llevan a creer, a dar como fruto la fe.

Todo concepto abstracto proviene de la realidad. Hasta no considerar la dualidad de cuerpo y espíritu San Agustín no puede concebir la idea de Dios, Dios pasó de ser un ente corpóreo a ser una naturaleza y una inteligencia espiritual que estaba sobre todo y le daba sentido.

La verdad de un Dios verdadero la obtiene de la admiración, que experimenta, de un mundo perfecto, esa es la evidencia de la existencia de un Ser perfecto que lo crea; Él, infinito, eterno. Los sentidos que le permiten captar el mundo lo elevan al alma, y el alma a la inteligencia. Dios es Verdad, Dios es Inteligencia.

Agustín acoge a Dios porque es el Bien, es esperanza, es amor, es consuelo… Esa es la verdad que busca el alma. Dios omnipotente en su esencia, el Bien, porque existe el mal; hace de las cosas buenas (materia), y por buenas corruptibles, un bien de ellas.

La verdad está en Dios, no en la realidad, pero a través de ésta lo percibe, con la inteligencia. Por la inteligencia encuentra la inteligencia infinita, Dios, a quien no hubiera podido conocer si no tuviera una idea ya de Él. La inteligencia que le hace conocer, le hace creer.

Dirigirse a Dios porque es bondadoso y porque en Él está toda la inteligencia. Agustín equipara a la enfermedad el alejarse de Dios y no aceptar su ley. La verdad de todo está en Dios.

Dios es el Bien, Él en primera instancia y antes que todo; luego están las sustancias, las que son buenas porque se pueden corromper; por último la nada, privación de todo bien, algo no es. Él es inconmutable, nada necesita; todo lo demás no es inconmutable y necesita de Dios.

En contraposición del Bien no está el mal, Agustín sostiene la insubstancialidad del mal, es una carencia de Bien, existe por corrupción, en cambio, el Bien es incorruptible, así mismo su voluntad y su poder.

Refutando al maniqueísmo, se convence de los razonamientos de Nebridio, el Bien, en tanto incorruptible, no se puede mezclar con el mal porque sería corruptible, no existe una lucha antagónica.

Dice Agustín que el mal existe para que el bien “triunfe”, pero también dice que el bien por ser incorruptible no “lucha” con el mal porque así sería corruptible. Argumentos lógicos, pero en cierto modo parecen ser contradictorios.

El Dios de Agustín es un Dios cultural. En determinados puntos: ¿para qué defender la demostración racional de un Dios cultural? Dios es Dios por su poder más que por las perfecciones que le son dadas porque la razón humana entiende, o no llega a entender, de cierta forma. A más de un Dios cultural, Agustín, lo convierte en un Dios personal, de lo único que puede conocer y creer real. La forma de entender es un argumento válido, pero el dudar hasta de que está vivo, pero no de Dios, es un empeño obsesivo por crear realidad.

En un principio, Agustín pensó en un Dios corporal, manifestó la falsedad de este argumento luego; del mismo modo, el que exista una idea de Dios antes de que la inteligencia la pueda conocer, no comprueba la existencia de Él. Cualquier verdad o falsedad puede ser bien argumentada, no toda creencia es verdadera.

La naturaleza humana en interacción con una realidad externa a ella conoce de cierta manera, de aquí se comprende que al generar otra realidad (de razón en sentido estricto, abstracta) comprenda de una manera similar y luego sea perfeccionada. El Dios corpóreo fue reemplazado por uno espiritual. Para entender, y sobre todo creer en Dios, en una sociedad de cultura cristiana, han ayudado las perfecciones y características que aportó Agustín según su entendimiento; en la actualidad la gente piensa en Dios de la misma manera que antes, y en respaldo los razonamientos de Agustín.

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