lunes, 25 de junio de 2007

JUICIO CRÍTICO SOBRE LA VIGENCIA Y ACTUALIDAD DE SAN AGUSTÍN

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

FACULTAD DE CIENCIAS FILOSÓFICO-TEOLÓGICAS

AUTOR MEDIEVAL: AURELIO AGUSTÍN

JUICIO CRÍTICO SOBRE LA VIGENCIA Y ACTUALIDAD DE SAN AGUSTÍN, UN ACERCAMIENTO DESDE LAS CONFESIONES

El presente ensayo -y como su título lo expresa- tiene como objetivo realizar un juicio crítico sobre la vigencia y actualidad de San Agustín, tomando como referencia su obra “Las Confesiones”. Para dicho efecto, se expondrá brevemente al Agustín antes y después de su conversión. Luego, al filósofo que hay en él y que busca de manera incesante la verdad. No quedarán exentas de ser tomadas en cuenta la fe y la razón, así como lo mundano en la cosmovisión agustiniana. Y por último, una conclusión personal que permita cerrar todo este trabajo de muy poca pretensión filosófica.

A mi modo de ver, no es posible abarcar al Agustín cristiano, convertido, sin antes mencionar al Agustín pagano, por nominar de alguna manera esta etapa pre conversión. De hecho su padre fue pagano y su madre cristiana (posteriormente llegaría a ser canonizada: Santa Mónica). Aurelio no nace siendo cristiano, al contrario, en sus años juveniles se siente fuertemente atraído por la doctrina de Manes: maniqueísmo. Se siente inquietado por esa lucha constante entre el bien y el mal (vigente hasta nuestros días). Como profesión toma la retórica. Es rétor. Realiza numerosos viajes: Africa, Roma y Milán. Hay en el Santo una búsqueda incesante de la verdad inspirada por el Hortensio de Cicerón.

Luego de pasar por una serie de odiseas, de introspecciones, de dudas; es cuando decide abrigar su fe al cristianismo, y lo hará con tanto apasionamiento como cuando fue pagano. No hay que olvidarse que en la mencionada conversión, su madre, Mónica, fue un pilar fundamental como gran intercesora. Agustín conoce a Dios en la edad madura, y él mismo lo dirá: ¡Tarde te amé, belleza siempre antigua y siempre nueva! Tarde te amé. Tú estabas dentro de mí, pero yo andaba fuera de mí mismo, y allá afuera te andaba buscando.[1]

La búsqueda incesante de la verdad será una obsesión permanente en San Agustín. Para él, y pienso que aún hoy para la filosofía cristiana, la verdad va a ser Dios. Considero que aún se mantiene patente esta incesante búsqueda en los cristianos. Dios como la verdad, aquello en lo cual se puede fiar plenamente. Pero no solamente la verdad, sino también esa búsqueda sigue siendo tan actual como en los tiempos de Agustín. No basta que se hable de Dios, que se haga ciencia de ÉL; el cristiano -y no sólo él- siente que hay algo que le trasciende, que le sobrepasa, y tiene curiosidad, ansias y anhelo de búsqueda, de encontrar o encontrarse con ese Ser Trascendental.

La fe y la razón también están en plena consonancia. No basta con creer a ciegas[2], como tampoco basta por sí sola la razón. Es necesario –como ya lo dijo Agustín- Ergo intelligas ut credas: crede ut intelligas: entender para creer, creer para entender. La Revelación tiene que pasar por el filtro de la razón. Pero esto en el ámbito en que se da por supuesto una creencia, por ejemplo en la existencia de Dios. Un no creyente podría disentir y con razón sobre este punto sobre fe y razón.

El desprecio por esta vida terrena y mundana, aunque no es ya del todo común en todos los cristianos, sí lo es en muchos de ellos, sobre todo en la corriente pietista y conservadora. Y debo confesar, al igual que el hiponense lo hizo en sus Confesiones, que estuve cansado de leer y leer sus ansias de desapego a todo lo mundano, su cierta vergüenza por la vida terrenal. Pero como alguna vez escuché en una entrevista que le hacían a Octavio Paz[3], y él sabiamente decía que a los personajes de antaño no hay que juzgarles precipitadamente sino entenderles desde su contexto –lo cual estoy plenamente de acuerdo-, he aprendido a no medir las palabras y las acciones de las personas de otros tiempos con la misma medida de la época actual; es decir, a no juzgarles de manera despiadada y –peor aún- sin conocimiento de causa.

Sin embargo, me parece que Agustín exagera en sus escrúpulos. En las Confesiones se nota a un Aurelio Agustín escrupuloso inclusive de haber tenido un hijo, producto no del amor sino del pecado. Razón tenía de aparecer un libro que, si bien no es seguro que su concubina Floria Emilia lo haya escrito, refleja de alguna manera el rechazo que sentía por todo lo carnal y mundano. En el mundo actual, en cambio, ya no existe un rechazo por lo corporal, lo carnal, al contrario, mas bien parecería que existe una corriente hedonista, no en todos lados, pero sí al menos en nuestra sociedad, en los medios de comunicación en los cuales se incita al culto corporal. Pero como este ensayo no pretende ser moralista, ni yo mucho menos, me acojo a las palabras sabias de Agustín: ama y haz lo que quieras.

Estos han sido algunos puntos que los he expuesto de manera sucinta. Sobre todo me he enfocado en echar un vistazo a lo que puede haber de actual y vigente de San Agustín en la filosofía cristiana, y más concretamente en el actuar cristiano. No he abordado de si San Agustín tiene actualidad y vigencia en la filosofía de manera general, por cuanto –y esto lo digo con total honestidad- no domino todo el campo filosófico, sobre todo filosofía moderna y contemporánea, sobre todo esta última. Tampoco pienso haber hecho un juicio crítico riguroso, intentado, sí. Con todo, al menos me queda la satisfacción de haber desarrollado los puntos que se plantearon desde inicio. En fin.

JUAN PABLO GRANDA VÉLEZ

LUNES, 25 DE JUNIO DE 2007



[1] Confesiones, Libro X, capítulo XXVII.

[2] San Anselmo decía otiosa fiedes; es decir, la fe que no trata de entender es una fe ociosa.

[3] Escritor y pensador mexiacano

No hay comentarios: